ENTREVISTA AL GRAN HERNAN
EL DJ ARGENTINO PISA FUERTE EN NUEVA YORK Y SU NOMBRE YA ES INFALTABLE EN LA MOVIDA NOCTURNA DE LA GRAN MANZANA.
No hay pared desnuda en Manhattan donde no se vea tarde o temprano su nombre en un afiche. Hernán Cattáneo en Crobar... en Spirit... en Centro Fly. Los mejores clubes de la ciudad se disputan al DJ argentino, que se ha vuelto un ingrediente insoslayable de la movida local, casi tan emblemático de la noche neoyorquina como el Empire State encendido.
Considerado uno de los 10 DJ top del mundo -el único latinoamericano-, Cattáneo está radicado desde hace seis años en Londres, pero últimamente le es difícil considerar una ciudad como su hogar y vive de hotel en hotel. Se lo pasa volando de un rincón al otro del planeta, siempre haciendo una parada obligada en Buenos Aires, donde vive su novia. Por allí estará el 9 de abril, presentando en el Southfest su nuevo CD doble, "Renaissance - The Masters Series", que ya está en el puesto número 11 de mayor venta de discos dance, según el ITunes Store.
Cattáneo, que acaba de cumplir 40, comenzó su carrera haciendo fiestas de 15 para amigos y conocidos. Luego pasó a marcar el ritmo en boliches como Cinema y Pachá, donde fue "descubierto" por uno de los popes de la música electrónica, Paul Oakenfold, que le ofreció acompañarlo en una gira. Fue el inicio de Cattáneo como "international DJ". Unas horas antes de que se presentara en Crobar, su habitación del Hudson Hotel parece inmaculada; aún no ha tenido tiempo de tirarse a dormir, la valija permanece cerrada y lo único que recuerda que hay alguien viviendo allí es la pantalla encendida de su Mac, una "extensión de mi cuerpo", como él la llama, su herramienta para bajar música de Internet, escuchar, mezclar y grabar sus codiciados sets.
Cuando LA NACION le pregunta por la fórmula de su éxito, responde: "La música electrónica tiene mucho que ver con lo que hacés con ella, cómo la ponés. La mayoría de los discos que yo pongo, si los escuchás solos no tienen ni la cuarta parte de significado que dentro de un set. La interpretación que le doy es lo importante".
-¿En qué se diferencia ir a una disco en Nueva York, Shangai, Londres o Buenos Aires? ¿No está globalizado el sonido electrónico?
Por un lado, sí. La movida se ha hecho tan global que es como que musicalmente en todo el mundo hablan el mismo idioma. No hay mucha diferencia entre un set que hago en Buenos Aires o en Hong Kong o en Varsovia. Puede cambiar de la misma manera que lo cambiaría si toco dos veces en la misma ciudad.
-¿Y vos tratás de dar con la música un sabor local?
No, el sabor es el mío. El concepto cambió hace tiempo. En una época el DJ estaba ahí para que la gente se entretuviera. Si bien todavía te tenés que preocupar por entretener, la gente va esa noche porque toca un determinado DJ. Cualquiera puede hacer lo que la gente quiere, mirás el Top 20 y tomás esos temas. Pero lo que hace especial al DJ es lo que él propone, la interpretación que hace de lo que la gente necesita, los discos que elige, la forma en que los pone y el momento. Un mismo disco puesto a la 1 o a las 4 de la mañana tiene un efecto distinto. La escena electrónica está basada en lo que el DJ propone.
-¿Cómo elegís lo que pasás?
Una de las cosas más interesantes que tiene la música electrónica es su dinámica, cambia todo el tiempo. Salen 300 discos por semana nuevos, más toda la música que no sale por los sellos. La mayoría de la música que tengo hoy no es la que se vende en las disquerías, sino que es de un chico en Polonia que terminó ayer un track en su casa y me lo manda por Internet; yo me lo bajo, lo escucho y si me gusta lo meto en un CD y lo pongo esta noche. Ese disco, para existir físicamente en vinilo, tendría que esperar unos seis meses. El 80 por ciento de la música que pongo me llega así. Empezó de a poquito. Al principio te nutrías el 100 por ciento de los sellos discográficos.
Un tema polémico
-¿Pagás algo a quien creó?
No, si me lo da para que lo promocione. Como son discos que todavía no están editados, lo que va a hacer ese productor es enviar el track a tres o cuatro sellos y le va a decir que lo está tocando John Digweed, Sasha, Cattáneo o quien sea. Para ellos es un signo de aprobación. Hoy funciona así. Son como elementos de promoción. El fin del productor es que el día de mañana ese disco se edite y ahí sí es donde va a ganar plata.
-¿Qué pensás de quien baja la música que vos hacés sin pagar desde Internet y se la pasa a más gente?
Es un tema complicado. El debería pagar por ese disco, porque yo soy una parte de la cadena. Si no hay gente que compra discos, se acaba la industria. Por un lado, para mí, DJ, es bueno que se bajen mis discos, es una herramienta de promoción infernal, porque hay 200.000 chicos que se bajan un CD mío y probablemente no lo podrían ir a comprar; desde ese punto de vista lográs una difusión enorme. Pero mi negocio es ir y poner música y me pagan por eso. En cambio, un productor que se compró un estudio, puso dinero en eso, y se pasa un mes trabajando en su disco, y cuando lo termina nadie lo paga, se va a tener que dedicar a otra cosa. Y ahí se pierde un montón de talento. Pero, además, me pregunto, si la gente paga para ir al cine o al teatro, debería pagar por la música, como siempre pasó.
- Veo que tenés un IPod. ¿Qué canciones no pueden faltar allí?
Es difícil porque yo uso el IPod para actualizar mi cabeza con la cantidad de música nueva que me llega. No tengo mis discos favoritos ahí; tengo la música que estoy probando.
-¿Cuáles son tus discos favoritos? Los primeros cinco que comprarías si se te incendia la casa y tenés que reponer todo.
"El lado oscuro de la luna", de Pink Floyd; "Blue Lines", de Massive Attack; algún compilado de Depeche Mode, el que más canciones tenga; lo mismo de New Order; y "Off the Wall" o "Thriller", de Michael Jackson.
-¿Bailás además de pasar música?
Bailo dentro de mí, pero no soy de ir a bailar. Por lo general, no tengo tiempo: toco jueves, viernes, sábado y viajo mucho. Pero si toca un DJ que me gusta, voy, pero para escucharlo.
-Me imagino que sos consciente de que hay gente que va a escuchar tu música drogada, con éxtasis u otra pastilla. ¿Qué pensás?
Yo no tomo nada; en mi vida no tomé ninguna droga, con lo cual te dice mucho qué es lo que pienso de eso. No tomé nunca pastillas, no tomo alcohol y hace un mes dejé de fumar. En mi mente la música funciona como me funciona a mí. Yo me hice DJ porque me gustaba ver qué le producía a mis amigos la música que a mí me gustaba. Tal vez suene naïf, pero yo interpreto la música en su estado más natural, absolutamente "clean" (limpio). Yo manejo el ritmo, trato de percibir cuando la gente está cansada y aflojo un poco para que se relaje. Pero lo que les pasa en la mente es muy difícil que lo pueda interpretar. Tal vez ellos tengan una interpretación diferente, pero no es un elemento del cual yo esté pendiente, porque no lo puedo manejar, no lo conozco.
- ¿A qué creés que se debe el boom que ha tenido en Buenos Aires la música electrónica?
Siempre hubo un espíritu underground interesante; había un grupo de gente que tenía el espíritu correcto con respecto a las fiestas y buenos DJ. Pero no había nadie que llevara las cosas adelante de una manera profesional y de envergadura, y ahí es donde Martín Gontad es clave. El empezó a traer DJ de afuera desde el 91, apostó a eso y fue creciendo hasta traer los festivales, Creamfields y Moonpark. Hoy Creamfields marca el termómetro de la música electrónica en la Argentina: el primer año fueron 15.000 personas, el segundo 25.000, el tercero 40.000, el cuarto 60.000, más gente que Creamfields en Liverpool, donde nació.
-¿El público ha cambiado?
Creo que está más repartido. Hace 10 años, los que escuchaban música electrónica eran los del underground que entendían y un público "alta sociedad", que no entendía nada pero viajaba a Londres y volvía con esa onda. Faltaba el público del medio, que es el que hace la movida, y es ahí donde Gontad trabajó muy bien.
- Se dice que a los periodistas les gustaría ser escritores, que los críticos de cine son cineastas frustrados. ¿A vos te gustaría componer música?
Hago algo de música con la computadora, dentro de mis limitaciones. No creo que sea un músico frustrado, me siento mucho más cómodo siendo DJ. Pero si hay algo de lo que me arrepiento es de no haber aprendido a tocar el piano.
- ¿Cuáles son los elementos esenciales para una buena fiesta?
Buena música y gente con ganas de divertirse. Pero estoy convencido de que la música puede hacer que la gente se ponga en onda y lo pase bien. Si hay gente con buena onda, pero no hay buena música, no tenés una gran fiesta.
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